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El trabajo

El trabajo, un concepto por todos conocido en nuestra sociedad y con muchas y variadas connotaciones. Si buscamos su definición en la Rae, podemos ver que hace referencia a una ocupación retribuida o un esfuerzo que implica la producción de riqueza. Sin embargo, todos sabemos que existen muchos tipos de trabajos y que no todos implican una retribución económica.

En nuestra sociedad tener trabajo es algo indispensable para vivir, vivimos en un sistema capitalista lo que lógicamente lleva implícito que necesitamos dinero para poder vivir, comer o realizar casi cualquier actividad de nuestra vida.

Con frecuencia vemos el concepto de trabajo asociado a diversas connotaciones negativas, pero gracias a el mismo, el ser humano inició la conquista de su propio espacio. Trabajar, ayuda a la construcción del “self”, además de dotar de una serie de habilidades interpersonales gracias a la interacción con otros individuos.  Algunas serían el respeto y la empatía, y todo ello repercute en la autoestima, satisfacción o sentimiento de autorrealización.

La autoestima, ese gran concepto tan sencillo y a la par tan complejo, ya que engloba muchísimos aspectos y se ve influido por infinidad de sucesos a lo largo de nuestras vidas.

Hemos comentado que tener trabajo conlleva muchos sentimientos positivos, pero la vida es una constante dicotomía y, como bien sabemos, no hay felicidad sin tristeza o bien sin el mal, pero si está en nuestra mano tratar de luchar por una buena regulación emocional y huir de los extremos.

En el tema que nos ocupa queremos aprovechar el día de hoy para hablar de algunos trastornos asociados al trabajo.

La situación que más afecta a nivel psicológico y emocional, y que hemos podido ver muy de cerca durante este último año, es el desempleo. Es un factor de riesgo de cara a la aparición problemas mentales. Sin embargo, la contrapartida es que la obtención de un puesto de trabajo o su reincorporación al mismo ejercen efectos protectores.

Desarrollar tu labor en un entorno laboral hostil, con poca comunicación, durante horarios muy rígidos, sin objetivos, con malas políticas de seguridad o protección y escasos o feedback positivo nulo, derivan en estados ansiosos o depresivos con altos niveles de estrés. Aquello que inicialmente nos daba tranquilidad, estabilidad, seguridad y autorrealización llegue a convertirse en un infierno coloquialmente hablando.

Precisamente por lo mencionado previamente, este es un tema relevante de estudio en el ámbito de la psicología. El estrés, el conocido síndrome burnout, así como las alteraciones en el propio bienestar emocional o psicológico, o el constructo global de la satisfacción en el entorno laboral. Todo ello acaba repercutiendo en cuestiones aparentemente no vinculadas como trastornos del sueño, por ejemplo.

Ante diversas circunstancias, los seres humanos utilizamos el recurrente “estoy estresado” pero mucho más a menudo asociado a cuestiones laborales, sin embargo, no le damos la importancia que ello tiene, ni llegamos a ser conscientes de que significa realmente ese estrés, al igual que la ansiedad.

 

 

 

 

 

 

 

El estrés puede provocar síntomas físicos, visibles aun cuando no son consecuencia de una enfermedad concreta, ya que el organismo, internamente reacciona a esos niveles de estrés. El estrés produce ansiedad que conlleva a una activación del sistema nervioso autónomo que da lugar a un desequilibrio hormonal (en los niveles de adrenalina, por ejemplo), lo que hace que aumente el ritmo cardiaco, la presión arterial y la sudoración. Por ello cuando alguien tiene ansiedad esto va mucho más allá del “agobio” y puede sentir que le falta el aire o que el corazón le late muy deprisa. El estrés, además, hace que estemos sobreexcitados y que aumente la tensión muscular lo que lleva a dolores del cuello o espalda, por ejemplo.

En la actualidad la mayoría habremos oído hablar alguna vez del Síndrome Burnout o quemado. Este síndrome podría definirse como el máximo exponente de ese estrés laboral que previamente hemos desarrollado, llegando ya a ser un estado de total agotamiento mental, físico o emocional que repercute en el cómo se sienten o definen las personas, es decir en la autoestima. De forma progresiva, poco a poco los trabajadores se van sintiendo más alienados, desmotivados o apáticos, perdiendo el interés por sus actividades laborales al no tener metas ni ilusiones, solo frustración. Todo ello, puede acabar derivando en graves depresiones o en desórdenes físicos, ya que ese estrés crónico se acaba manifestando en una alteración del colesterol, el azúcar, los triglicéridos, el sueño o la memoria.

En el cine y las series, a menudo vemos reflejado estas situaciones y nos gustaría enumerar algunas de ellas para entenderlo de forma más visual.

  • “En busca de la felicidad”

En esta película podemos ver como la falta de empleo recae negativamente a nivel global en las emociones y como ello afecta a las distintas relaciones interpersonales más allá de uno mismo.

  • “El diablo se viste de Prada”

En esta película se nos muestra cómo se puede pasar de la felicidad y la ilusión por tener el trabajo de tus sueños, a la alienación total y perdida del self, como consecuencia de un alto nivel de exigencia por parte de un superior.

  • “The office”

Esta genial serie nos ilustra usando la ironía, la personalidad de un jefe que de forma inconsciente crea un entorno laboral hostil, con bromas ofensivas y con frecuencia humillantes.

  • “Un día de furia”

Esta película nos representa los desequilibrios emocionales y de conducta que pueden tener lugar como consecuencia de un alto nivel de estrés y de que no se cumplan las expectativas que se tienen respecto al trabajo y la vida. En ella podemos apreciar como un par de pequeñas casualidades pueden ser el detonante de unos acontecimientos que tendrán dramáticas consecuencias.

  • “Saga Star Wars”

A lo largo de varias películas se nos muestra al personaje de Darth Vader como el jefe tirano, autoritario y déspota que utiliza el miedo para someter a sus empleados y que estos le rindan total sumisión y pleitesía sin derecho a opinar o dudar siquiera de su criterio, podemos recordar la escena en que dice “su carencia de fe me resulta molesta”.

Como podemos imaginar una situación siempre acaba retroalimentando a la otra y derivando en nuevos trastornos y en un mayor deterioro de la autoestima. Por ejemplo: por estrés comemos más; lo que lleva a un aumento de peso que hace que no estemos a gusto con nuestro cuerpo, lo que a su vez hace que nos veamos menos atractivos y baje nuestra autoestima.

Esa bajada de autoestima lleva a tristeza y ansiedad y la ansiedad mantiene las malas conductas alimenticias lo que puede llevar a un mayor aumento te peso y sentimientos de frustración y de falta de control sobre los impulsos, sobre el propio cuerpo o uno mismo; y ello nuevamente incide en la autoestima.

Por todo esto, desde siempre intento hacer ver a las personas que, si necesitan ayuda para gestionar sus emociones, para saber sobrellevarlas, para entrenar y reforzar conductas sanas; lo mejor es recurrir a un profesional y buscar ser la mejor versión de ti mismo que sea posible.

 

Nieves Marín
Nº Col. AN10732

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