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3 claves para disfrutar de tus vacaciones

Este periplo de más de dos años en el que nuestras vidas han sufrido cambios nos ha dejado huella, qué duda cabe. Esta huella se traduce, entre otras cosas, en cierta hipervigilancia y una alta preocupación por nuestra salud, la de nuestros familiares, por evitar contagios, por seguir la evolución de la pandemia, etc. Ahora, que la situación es diferente, puede dar la sensación de que se nos ha olvidado cómo disfrutar de la vida, de la forma que se elija. He aquí una pequeña paradoja: cómo preocuparnos de no preocuparnos.

¿Desconectar o conectar?

Ya sabemos que el lenguaje es muy influyente en nuestro mundo simbólico, y las palabras, a menudo, tienen mucha más relevancia de lo que creemos. En lo que nos ocupa en el presente post, es interesante señalar que solemos llamar «desconectar» a ese pequeño periodo en el que dejamos de trabajar y disfrutamos de unas vacaciones (o al menos lo intentamos).

Pero eso implica que cuando ponemos nuestros cinco sentidos en el trabajo, estamos «conectados». ¿Conectados a qué? En el uso cotidiano del lenguaje, la respuesta más probable sería «conectados al trabajo«, «conectados a las obligaciones» o «conectados a las responsabilidades». Y estas respuestas, seguro, tienen muchas lecturas.

Una de ellas es que hablar en términos de conexión-desconexión, refiriéndonos a trabajo-vacaciones respectivamente, supone una dicotomía (o uno o lo otro). Pero lo cierto es que no es del todo adecuado plantear estos conceptos de esta forma.

Tener vacaciones no tendría que suponer desconectar y, en todo caso, se podría plantear como conectar, o fortalecer conexiones, con la vida. Por supuesto que en las vacaciones no se van a tener presentes problemas propios del día a día en el trabajo, pero lo que aquí se expone es la idea de que no tener esas dinámicas al estar de vacaciones no tiene por qué ser llamado «desconectar», porque de esta forma estaríamos poniendo el foco de forma constante en el trabajo y no en lo demás… cuando lo demás tiene mucha importancia.

De repente… tengo tiempo libre, ¿qué hago?

Puede parecer sorprendente que una persona pueda hacerse esta pregunta, pero muchas personas tienen un ritmo de trabajo tan alto, que cuando paran de trabajar, se sienten desorientadas e incluso tristes. Tener un ritmo de trabajo alto nos predispone a tener una expectativa de mantenernos con la misma actividad día tras día, y cuando esa expectativa no se ve satisfecha, aparecen reacciones psicológicas, como la frustración.

Cuando, de repente, tenemos tiempo libre, de forma en que no hay transición posible, y se pasa tener mucha actividad a ninguna, suele ser recomendable el exponerse gradualmente al aburrimiento. Es decir, a veces es sano vivir la experiencia del aburrimiento, fruto de un parón de actividad.

Llegados a este punto, también es interesante analizar hasta qué punto una persona muy habituada a trabajar o tener muchas obligaciones y responsabilidades se permite disfrutar de su tiempo libre.

¿Cómo disfrutar de mis vacaciones?

Si te sientes identificado o identificada con personas como las descritas anteriormente, o simplemente no puedes o no sabes disfrutar de tus vacaciones o tu tiempo libre, aquí van tres claves que podrían ayudarte:

  1. Los horarios y su concepción. Cuando estamos inmersos en nuestra cotidianeidad, solemos regirnos por horarios para estructurar y ordenar nuestro día. Ese orden cumple una función y es bueno que exista. Pero cuando estamos de vacaciones y no tenemos que preocuparnos de responsabilidades laborales (o al menos, no de muchas), conviene concebir los horarios de una forma más flexible y adaptativa. En definitiva, llevar un ritmo de trabajo en un tiempo de descanso suele crear desajustes. Por ello, se recomienda que exista flexibilidad en los horarios a la hora de levantarse y acostarse, así como los que nos podemos fijar para realizar cualquier actividad, siempre que sea posible.
  2. Las actividades. Aquí se suelen dar dificultades, puesto que hay muchas personas acostumbradas a que todo lo que hacen lo hacen bajo el paraguas de la responsabilidad, y todo lo que se haga fuera del ámbito del deber parece incluso carecer de sentido. Por ello, es muy importante elegir qué actividades realizar para entretenernos en vacaciones. Es obvio que esto depende mucho de la situación de cada persona, pero se puede empezar por tratar de disfrutar de aquellos momentos que el ritmo del día nos imposibilita, y que en las vacaciones es muy factible, como por ejemplo tomarnos el tiempo que necesitemos para desayunar lo que realmente nos apetece, o leer el periódico con más calma de lo que lo solemos hacer. En resumen, más que realizar actividades nuevas, que siempre que se pueda, es recomendable, aquí hablamos de darnos el permiso de obrar de forma diferente a como lo solemos hacer cuando no estamos de vacaciones.
  3. Soledad y compañía. También es importante saber cómo y a quién dedicamos nuestro tiempo libre. En este sentido, es interesante llegar a un punto de equilibrio en el que no nos veamos con la obligación de pasar más tiempo del que deseamos con alguien (de nuevo, siempre que esto sea posible, por supuesto), ya sea con nuestra pareja, nuestra familia, amigos… Aprender a estar con uno mismo o una misma es algo siempre muy valioso y útil, y las vacaciones pueden ser también una buena oportunidad para llevar a la práctica la «soledad elegida«, y buscar momentos en los que pasar nuestro tiempo a solas, realizando cualquier actividad de las que se sugieren en el punto anterior.

 

Alberto Álamo Díaz
Nº Col. AN08736

 

 

 

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