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Vuelta a la rutina y el «síndrome postvacacional»

Nadie dijo que fuera fácil. El que un día te encuentres descansando, leyendo la prensa, una revista, mirando Instagram o en la piscina y al día siguiente estés en la oficina, viajando, realizando videoconferencias, sirviendo mesas… no es algo que todo el mundo lleva bien. Pero existen formas de llevarlo mejor, sabiendo, por supuesto, que volver de vacaciones nunca será algo que nos llene de felicidad, al menos a la mayoría de personas.

¿Síndrome postvacacional?

Lo primero que he de dejar claro en un post como este es que el etiquetaje de eventos de la vida que son naturales, como los tránsitos entre etapas de nuestra vida (vacaciones – normalidad, en este caso) me parecen excesivos. De hecho, la única finalidad que tienen es contribuir a la patologización de la vida cotidiana.

No, volver de vacaciones y el malestar que provoca volver a una rutina llena de responsabilidades, prisas y estrés NO es algo que tenga entidad clínica. Es natural como la vida misma (al menos la vida que tenemos a día de hoy). Peligrosamente nos vamos acostumbrando a atribuir una etiqueta diagnóstica a cuestiones de este tipo, lo cual, a su vez, ayuda a reforzar una tendencia más generalizada que invita a que nos centremos únicamente en las emociones y sentimientos positivos, obviando cuestiones relativas al dolor el malestar, cuando estos forman parte de la vida, y hemos de acostumbrarnos a ellos también.

Valoración de las vacaciones

Dicho esto, entrando ya la vuelta de las vacaciones y el comienzo de la rutina, algo que se suele pasar por alto es el darle el matiz de tránsito a este cambio. Al menos, en muchas ocasiones darle este matiz puede ayudar a amortiguar el golpe emocional de pasar del «modo vacaciones» al «modo trabajo».

Un ejercicio cognitivo interesante que puede ser útil es el de valorar cómo han sido estos días o semanas de vacaciones. Aparte de la satisfacción de repasar los momentos de bienestar que se han vivido, esto también puede suponer un cierre a nivel simbólico, que ya nos prepare y predisponga a comenzar otra vez nuestra rutina.

La vuelta al trabajo

Aunque pueda parece que tenemos poco margen, hay diferentes formas de afrontar una vuelta al trabajo. Soy consciente de que no todos los trabajos permiten «comenzar suave» en la vuelta al trabajo. De hecho, en algunos casos es más bien al revés. La falta de sustituto/a durante el periodo vacacional o malas gestiones en la suplencia de las funciones de la persona de vacaciones pueden causar que cuando la persona se incorpore pueda tener una sobrecarga de trabajo el primer día de trabajo tras las merecidas vacaciones.

Incluso así, si no disponemos de este margen, seguramente tengamos que optar por suavizar la vuelta al trabajo, pero fuera del trabajo. Es decir, si nuestro horario laboral no nos permite comenzar de forma suave y progresiva, tal vez tengamos que adaptar, siempre que sea posible, el resto de tareas de nuestro día, de tal forma que podamos descansar un poco más durante los primeros días de la reincorporación, porque seguramente lo necesitaremos.

Las tareas del hogar, por ejemplo, puede ser un ámbito en el que podríamos rebajar nuestro nivel de exigencia durante los primeros días de trabajo, aunque (siento ser insistente) sé que no todo el mundo tiene este margen.

Una vez más, recomendaciones, no soluciones milagrosas

Y es que, para finalizar este post, me veo en la obligación moral de hablar de hasta qué punto estas y otras recomendaciones pueden llegar a paliar el dolor y aliviar el malestar de la situación de la vuelta de vacaciones. Sí, en algunas situaciones estas recomendaciones de las que hablo con anterioridad pueden ayudar, pero inevitablemente, la vuelta de las vacaciones fastidia (por no decirlo de forma algo más brusca).

Quizá esta sea realmente la lección que aprender, que la vida tiene momentos duros, molestos, dolorosos, y que tratar de evitar el dolor puede llevarnos, justamente, a sentir más dolor. Situar nuestras expectativas en una vida libre de dolor es sinónimo de no estar muy en concordancia con la realidad, y ya sabemos que unas expectativas mal situadas llevar, como poco, a tener frustración.

 

Alberto Álamo Díaz
Nº Col. AN08736

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